La violencia en la adolescencia puede tener efectos devastadores. Las víctimas pueden experimentar ansiedad, depresión, bajo rendimiento escolar e incluso pensamientos suicidas. Los agresores, por su parte, pueden desarrollar patrones de comportamiento antisocial que se prolongan en la adultez.
Prevención y Educación
Prevenir la violencia adolescente implica el compromiso de toda la sociedad. Es fundamental promover la educación emocional, fomentar el diálogo, enseñar herramientas de resolución pacífica de conflictos y trabajar en la construcción de vínculos sanos basados en el respeto y la empatía.
Las escuelas, las familias y las instituciones deben actuar de manera coordinada, brindando espacios de contención, escucha activa y acompañamiento a los adolescentes. El acceso a profesionales como psicólogos, orientadores y trabajadores sociales también resulta clave en esta tarea.
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